(del vocablo griego antiguo εμπαθεια, formado εν, 'en el interior de', y πάθoς, 'sufrimiento, lo que se
sufre'), llamada también inteligencia
interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard
Gardner, es la capacidad
cognitiva de percibir en un
contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de
participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.
Algunos estudios señalan la existencia
de rasgos afines a la empatía en algunos animales no humanos, como por ejemplo
los roedores u otros primates. En este sentido, se podría confirmar el
argumento de que el origen de la empatía se sitúa en mecanismos neuronales
básicos desarrollados a lo largo de la evolución.
HIPOTESIS
Y SUPOSICIONES
Ciertas corrientes de pensamiento psicológico postulan que la mente humana tiene en común sensaciones y
sentimientos. La única diferencia entre dos personas es el momento en el que se
muestran dichos sentimientos, provocando emociones que motivan a actuar. Que
una persona no sienta igual que otra en un momento dado, es por razones
educativas, predisposición genética y condicionante hormonal, que inducirán a
encauzar los estímulos de una forma u otra. Por eso, infieren que la empatía es
posible en un individuo capaz de razonar
acerca de sí mismo, evaluar sus sentimientos y razonar acerca
de otras personas de forma que no tienda a justificar sus propios deseos. El
deseo sería la unidad de degeneración del pensamiento objetivo, y el grado de
exactitud estaría desvirtuado, en mayor o menor medida, dependiendo la
profundidad del conocimiento de uno mismo, o lo que es lo mismo, de su inteligencia emocional.
CUALIDAD ADQUIRIDA
Algunos investigadores dedicados al estudio de la empatía
infantil han propuesto que esta cualidad, la capacidad de comprender los sentimientos ajenos, es adquirida. “Se ha mostrado
que los niños víctimas de abuso no responden con empatía ante la aflicción
de otros niños explica el doctor Mark
A. Barnett, profesor de la Universidad
Estatal de Kansas en Manhattan, según se cita en el
periódico The New York Times. Tal
vez vean a un niño angustiado y no reaccionen, o se acerquen a chillarle o
empujarlo.” Por otro lado, agrega que “el niño cuyas necesidades emocionales
han sido bien atendidas es más sensible a las emociones ajenas”. El doctor Barnett explica que
la empatía pasa de padres a hijos.
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